domingo, 2 de marzo de 2014

capítulo 2





Abrí los ojos, no veía bien, un velo nublaba mi visión, moví el brazo entumecido y me los limpié, la mano me quedo manchada con mi propia sangre. Intenté moverme pero me dolía demasiado el cuerpo. Tenía frío tendido en el suelo desnudo, giré la cabeza, me dolía horrores. Vi la mancha de sangre casi seca. Hice el intento de levantarme, me temblaban los brazos pero logré ponerme de rodillas.
El cuarto de baño estaba revuelto, una mancha de sangre con cabello decoraba el borde de la bañera y la ventana entreabierta emitía gruñidos agudos. Estaba desorientado por el golpe en la cabeza, no sabía lo que había pasado, todo era muy confuso. Recordaba abrir el agua en la bañera y de meterme en ella, de ponerme el albornoz al salir...y nada más.
Con mi cuerpo emitiendo punzadas de dolor y los nervios y músculos gritando a todo pulmón logré ponerme en pie, abrí el grifo y me limpié la cara.  Al mirarme en el espejo vi que tenía una brecha en el lado izquierdo de la cabeza, y un chichón apunto de ser de record. No sin dolor salí tambaleándome hacia el pasillo dirección a la habitación.
La sensación de que algo no cuadraba, que algo no estaba bien, pero que no lograba saber que era, persistía en un rinconcito de mi mente. El dolor era tremendo.
Me detuve en el marco de la puerta de la habitación, agarrándome a el. Todo estaba igual a como lo dejé. La cama sin hacer y la ropa arrugada en una silla.
 Era una cama grande, como a ella le gustaba, de esas que cuando te mueves por la noche encuentras zonas frías, era muy calurosa. Tenía la manía de sacar un pie fuera de las sábanas, decía que así regulaba la temperatura de su cuerpo. Siempre me había parecido algo gracioso. El cabezal de la cama era de metal, haciendo la forma de olas de mar, o eso decía ella, a mi me parecían simples hierros deformados con cierta gracia. Pero a ella le gustaba. El resto de la estructura era igualmente de metal, menos la plataforma para el colchón, de madera rígida. Decía que para dormir no había nada mejor que la madera, hacía fluir mejor las energías del cuerpo, pero sobretodo porque mantenías la espalda recta.
Frente a la cama un espejo de cuerpo entero con sus bordes de metal haciendo juego con la cama, y a su derecha un armario de madera sin pulir. La ventana muy grande, daba al jardín y al abrirla cada mañana se podían oler todos los aromas de las flores. Una vista privilegiada.
Entré y me senté en el borde de la cama, hasta ahora no me había dado cuenta que iba desnudo, me daba igual. Abrí el cajón de la mesita que había al lado y saqué los analgésicos que tomaba siempre que me daba dolor de cabeza, que últimamente era muy a menudo. Tomé dos sin agua y me tumbé. Mirando el techo que por cierto le faltaba una mano de pintura empecé a nota el peso la narcolepsia que tiraba insistentemente de mis parpados. El sueño hizo presencia de nuevo y me abrazó transportándome a una pesadilla recurrente que no acaba de entender y que me dejaba mal cuerpo durante horas.


Dejemos durmiendo al protagonista de esta historia mientras nosotros avanzamos calle abajo. Os gustará ver como es este original pueblo y sus habitantes, que lejos queda de ser aburridos y típicos lugareños. Avancemos entonces por la calle que lleva al campanario, la iglesia de San Braulio, que lleva el nombre del primer cura que se hizo cargo de ella y sus obras allá por el año...Perdonad pero de eso hace ya mucho tiempo y no me llega la memoria para tanto. Como decía, el campanario, eso es. Es uno de los edificios más antiguos junto con el puente del ahorcado, por donde pasamos hace escasos minutos después del funeral. Y hasta allí nos acercamos, ya puedes ir viendo su majestuosa torre, y eso que brilla arriba es la famosa campana, símbolo del pueblo. Bueno dejemos ahora que la historia siga su curso mientras nosotros, meros observadores, disfrutamos de todo este espectáculo.
 



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